Capítulo 85
La mirada de Sergio me incomodaba, pero Antonio, con una sonrisa tensa, añadió: —Patricia no es solo asistente en la oficina, también es la hermana del presidente Pablo.
Al escuchar mi identidad, la sonrisa de Sergio se congeló un instante. Después me recorrió con la vista, sorprendido e incrédulo: —Con que es la señorita de la familia Cisneros. Qué descortesía de mi parte.
Al ver su expresión, tan cargada de intereses, entendí que Antonio probablemente decía la verdad.
Al salir de la oficina, Antonio escupió con asco: —De verdad que ese tipo da náuseas.
Exhalé un largo suspiro; Sergio tenía ese aire arrogante que tanto repelía.
Ya en el carro, Antonio bebió media botella de agua de un trago: —Sergio no sabe que no colaboraremos ni que la familia García va contra él. Todo está listo para que decidas cómo jugar tus cartas.
Asentí: —Déjame pensar bien cómo manejarlo.
De pronto, al pasar frente a una pastelería, hablé sin pensarlo: —Detente aquí.
Antonio frenó en seco y volteó alarmado: —

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