Capítulo 25

Las maestras del jardín de infantes se acercaron para aclarar la situación: —Esta es la mamá de Andrea, hoy vino especialmente a traerla. No malinterpretes la situación. —¡¿Cómo podría ser?! —Diego respondió sin pensarlo. —¡Ella claramente es mi mamá! —Deja de inventar historias sobre mamás. —Lo interrumpí. —Yo no he tenido un hijo como tú. Diego se quedó en silencio, sorprendido. Las maestras también intentaron calmarlo: —¿Acaso lo olvidaste? La última vez que ella vino a recogerte, dijiste que no la conocías. —¿Cómo es que hoy de repente la consideras tu mamá? Era realmente extraño. Diego vio cómo me subía al coche, sin un solo gesto de despedida, y su rostro no pudo esconder la alegría. ¡Su mamá finalmente lo había abandonado! Ahora podría vivir feliz junto a Lucia, sin este estorbo. Todo su descontento hacia mí desapareció, reemplazado por una inmensa satisfacción. ¡Qué bien! ¡Finalmente se libró de esa molesta mamá! Diego, emocionado, comenzó a correr hacia