Capítulo 97
—Mientras estés conmigo, me siento tranquila.
Amelia sintió que el corazón se le llenaba de dulzura al escuchar esas palabras.
—Eres igual que cuando eras niña, siempre tan cariñosa. Pero mamá no podrá acompañarte toda la vida.
—¡Mamá! Si vuelves a decir algo así, voy a llorar delante de ti. —Norma frunció el ceño, fingiendo enojo.
Amelia se apresuró a disculparse: —Está bien, está bien, no lo diré más. Eres una buena chica.
La miró con ternura, aunque en el fondo no pudo evitar suspirar.
Sabía perfectamente cuál era su verdadero estado de salud; aunque había mejorado un poco, todavía no estaba en condiciones de cuidar de Norma.
Norma aún necesitaba un apoyo firme.
—En un par de semanas, cuando me sienta mejor, conoceré a tu novio.
—No te preocupes, mamá.
Al pensar en Federico, Norma no pudo evitar una leve reacción interior.
—Nada es más importante que tu salud.
Los ojos de Amelia brillaron un instante; luego sonrió y cambió de tema. Conocía bien a su hija.
—De acuerdo, mamá resistirá

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