Capítulo 1012
Ese era Roberto en su juventud.
Su cara lucía aún más joven y reflejaba pánico. La ropa que vestía también estaba manchada de sangre.
Cuando Alicia vio ese rostro frente a ella y no pudo evitar extender la mano. El sueño terminó.
Abrió los ojos y una luz cegadora apareció ante ella.
Ella se dio cuenta de que estaba en un hospital, y el aire olía a desinfectante.
"¿Esto era un sueño o la realidad?"
Ni ella misma podía distinguirlo.
—¿Despertaste?
Al oír esa voz, Alicia giró la cabeza. Vio a Roberto. Esa cara, madura y apuesta, era distinta a la del Roberto adolescente.
Esta vez, extendió la mano y la tocó.
Roberto no se movió, permitió que esa mano descansara en su mejilla. Su palma seguía algo fría.
Luego Alicia rodeó su cuello con el brazo y lo acercó hacia ella.
Roberto no se resistió y, siguiendo el movimiento de ella, se inclinó hacia su cara.
Él le dijo en voz baja: —¿Qué quieres decirme?
Pero ella lo besó en los labios, con un gesto cargado de duda y cautela.
No había reaccionado

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