Capítulo 1518
El asistente de Roberto vio la cara de esa chica e inhaló.
Esos rasgos... se parecían demasiado a los de esa persona.
Cuando Roberto vio esa cara, sonrió al instante. —Déjala entrar.
El asistente aflojó la mano y miró a la chica.
En esos años, chicas que se nombraban a sí mismas como ella, ya no aparecían tanto como antes; pero de vez en cuando aún surgía alguna.
La chica entró con afán en el ascensor y enseguida las puertas se cerraron.
Roberto miró al frente sin decir nada.
La chica dudó un momento, luego levantó la cabeza con cautela y lo miró. —Señor, gracias por salvarme.
Él bajó la cabeza y se acercó a ella. —¿Y cómo deberías agradecerme?
La chica se sonrojó, nerviosa, y dijo: —No tengo dinero, pero puedo hacer lo que usted quiera.
—¿Lo que sea?
La chica asintió, mirando hacia abajo.
Él, con su altura, la acorraló contra la esquina.
De pronto, extendió la mano y la tomó del cuello, con una mirada helada.
Ella lo miró sorprendida, como si no hubiera imaginado que él haría algo así

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