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Capítulo 412

Dijo que no hay hermana menor a quien no se pueda enseñar, tal como cuando eran niños: una paliza y ya obedecen. Pedro se detuvo y se agachó frente a Alicia: —Mira, te he advertido muchas veces, te dije que no me provocaras. Pero no me hiciste caso, ¿ahora sientes el dolor, verdad? Alicia se cubría la cara y seguía sollozando. Pedro esbozó una leve sonrisa, su voz era suave: —No llores más, solo fue una lección, no pienso matarte de verdad. Eres mi única hermana. De repente, Alicia retiró sus manos de su cara, sin rastro de lágrimas. Miró a Pedro frente a ella y mostró una radiante sonrisa. Cuando Pedro vio la sonrisa en el rostro de Alicia, de repente sintió un escalofrío en la espalda. Tuvo un mal presentimiento. Frunció el ceño y preguntó: —¿De qué te ríes? ¿Acaso no ha sido suficiente? En ese momento, María, agitada y jadeante, subía las escaleras: —Pedro, el vídeo, ella grabó un vídeo. Al oír esto, Pedro palideció. Bajó la vista hacia Alicia y le quitó la cámara que escondía en su

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