Capítulo 500
María observó estupefacta la escena, un destello de preocupación cruzó por sus ojos; sabía que debía encontrar una pronta solución, no podía permitir que Diego la traicionara.
Alicia notó la tensión en la expresión de María y esbozó una sonrisa sombría; también estaba interesada en ver cómo se defendería María esta vez.
Pronto, Diego fue despertado por el dolor.
Pedro arrastró como un saco de papas a Diego hacia afuera y pisó con desprecio su mano, exigiéndole: —Dime, ¿quién te mandó hacer esto?
Diego estaba a punto de hablar, pero María se lanzó sobre él, golpeándolo con puños y patadas: —¡Eres un miserable idiota! ¿Quién te dio permiso para hacerme esto? ¡Te mataré!
Diego, aturdido y viendo a María desaliñada, exclamó asombrado: —¿Cómo eres tú?
No debería ser así; este es el cuarto de Alicia, ¿no debería ser ella quien estuviera en la cama?
¿Qué está sucediendo aquí?
María, incapaz de sostenerse de pie, lloraba mostrando sucias marcas moradas en su cuello.
Diego echó un ligero vistaz

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