Capítulo 951
Dentro del auto reinaba el silencio, y cada minuto, cada tick del reloj, parecía interminable.
Alicia retiró lentamente la mano: —Lo siento mucho pero yo no puedo aceptarlo.
—¿Por qué? Si hay algo que quieras hacer, puedo ayudarte. ¡Incluso con respecto a la familia Mendoza!
Miró a la señora Teresa: —La señora Beatriz ha sido tu amiga durante tantos años, ¿de verdad serías capaz de hacerlo?
En los ojos de Teresa se reflejaba una lucha interna: —Mientras tú aceptes, yo puedo hacerlo.
—Yo tampoco necesito que hagas nada. Ahora ya hay pruebas, y también testigos; la señora Beatriz pagará por lo que hizo.
Alicia le comentó: —Recupérate bien, aunque te condenen, no será por mucho tiempo.
Tal como la señora Teresa había dicho, siempre había estado engañada y, con el abogado Emilio presente, no recibiría un castigo demasiado severo.
—Alicia, perdón.
Los ojos de la señora Teresa se llenaron de lágrimas: —En realidad, yo también tenía motivos egoístas, pero ahora, por fin, puedo decirte abierta

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