Capítulo 18
Pablo, enfrentándose a la tormenta, subió al avión rumbo a Riberasol.
El avión despegó sin contratiempos y la cabina se llenó con los suspiros resignados de los pasajeros de negocios.
—¡Justo mañana es la licitación! Con este clima, ¿quién sabe si podremos aterrizar sin problemas?
—El piloto dijo que podríamos encontrar turbulencias durante el aterrizaje.
Pablo no escuchaba los murmullos a su alrededor; cada segundo le parecía una eternidad.
¿Por qué María había regresado a Riberasol?
¿Quién era el hombre que estaba con ella?
¿Por qué María aún se negaba a verlo?
Hasta que la cabina se sacudió violentamente, y la voz del capitán resonó por el altavoz.
—Podemos experimentar algunas turbulencias, por favor, abróchense los cinturones.
—Prepárense para un aterrizaje de emergencia.
Con cada anuncio, las sacudidas se intensificaban.
El corazón de Pablo retumbaba, escuchando cómo algunos pasajeros ya rezaban y otros enviaban mensajes de despedida a sus familias.
¿Realmente iba a morir?
En med

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