Capítulo 94
Cuando María se casó con Alejandro, él ya había investigado a fondo su pasado.
En toda la familia de los Su, no había nadie llamado “Pablo”.
¿O tal vez “Ramón”?
El hombre se recostó cómodamente en el sofá, con la mente llena de esos nombres: “Pablo”, “Ramón”.
Sin embargo, su mirada se dirigió involuntariamente hacia la cocina.
La cocina de la Villa de los Plátanos era de estilo abierto, desde donde él estaba sentado, podía ver claramente lo que sucedía allí.
María se había puesto un delantal azul con pequeñas flores, y estaba ocupada frente a la estufa.
La figura de la mujer era delgada y esbelta, con curvas bien definidas.
Su pecho y caderas eran firmes y prominentes, con una cintura tan fina que una mano podría rodearla, una clásica figura de reloj de arena, con proporciones perfectas.
Solo el verla de espaldas hacía que Alejandro sintiera un calor interno.
En su mente, surgieron imágenes de María derretida bajo su cuerpo como una marea suave.
Respiró hondo, controlando sus impulsos,

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