Capítulo 34
—Devuelve el dinero.
Alberto habló con calma mientras sacaba un cigarrillo y lo encendía.
—¡Ja!
Manuel se rió al escuchar esto.—¿Estás bromeando, chico? ¿Devolver el dinero? ¿Qué dinero? ¿Te debo algo?
—¿Entonces no piensas devolverlo?
Alberto no se inmutó, solo frunció ligeramente el ceño.
—Exacto, no lo devolveré. ¿Y qué vas a hacer al respecto?
—Para serte sincero, tengo mucho dinero, pero simplemente no pienso devolvértelo.
Manuel se envalentonó, apuntando con el dedo a la cara de Alberto mientras le gritaba:—¡Eres un perrito faldero de Lourdes y te atreves a hablarme así!
—¡Lárgate, sal de aquí ahora mismo!
—¿De verdad no lo vas a devolver?
Alberto seguía sin enojarse, su ceño fruncido se relajó de repente, y apareció una sonrisa en su rostro, una sonrisa difícil de describir.
Esa sonrisa era inquietante.
Pero Manuel no lo entendió.
—Yo...
—¡Bang!
Antes de que Manuel pudiera terminar su amenaza, Alberto actuó de repente.
Abrió los cinco dedos de su mano derecha y los dejó caer con

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