Capítulo 44
—¿Viniste en bicicleta?
Después de haber sido reprendido por su anciano padre, Oscar se quedó en la puerta como un portero esperando a Alberto.
Al ver a Alberto llegar en bicicleta, Oscar no sabía si reír o llorar.
—Podrías haberme llamado y habría ido a buscarte enseguida. Si haces esto, la gente pensará que la familia Daniel no tiene modales.
A pesar de sus palabras, Oscar ya estaba pensando en qué tipo de coche regalarle a Alberto.
—No importa, montar en bicicleta es bueno para la salud.
Alberto respondió despreocupadamente mientras aparcaba su bicicleta y luego entraba en el patio junto con Oscar.
Una familia adinerada.
Alberto no pudo evitar murmurar para sí mismo. Al fin y al cabo, esta era la primera familia de Ciudad H. Solo por la mansión en la ladera de la colina, no se podía bajar de siete u ocho millones.
—Alberto, por fin has llegado. Por favor, siéntate.
Mateo se levantó para recibirlo cuando llegaron al jardín trasero.
—Hola, señor Mateo.
Alberto saludó a Mateo con una

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