Capítulo 235
Al principio, todo estaba oscuro. Luego, poco a poco, la oscuridad se disipó, dando paso a un hermoso y familiar paisaje de mesa de té.
Frente a él había un jardín, uno que se parecía terriblemente al de la casa de su familia y cuanto más lo miraba Franklin, tratando de darle sentido a lo que estaba sucediendo, más confundido estaba.
“¿No vas a beber tu té?”
La voz lo sobresaltó y miró a su lado para ver a su abuelo, sosteniendo una taza de té en su mano y junto a él, estaba su padre.
Ambos dejaron de hablar y lo miraron al notar lo ausente que se había vuelto.
Franklin, al ver lo que tenía frente a él, se sintió feliz y confundido a la vez. Por alguna razón, esta escena le parecía perfecta, como si siempre hubiera anhelado la presencia que tenía ante sí; sin embargo, por alguna razón, le resultaba extraña.
—¿Cuál es el problema, Frank? —preguntó su padre, ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos, esos mismos ojos que parecían suyos, mirándolo.
—Sí —asintió su abuelo, y las arrugas

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