Capítulo 273
Llegamos a casa sin ninguna información o conocimiento sobre cómo conseguir el dinero, y aunque Cristian parecía estar de buen humor, también parecía estresado por ello.
“Si tu abuelo le dio la orden a alguien, podemos averiguarlo y preguntarle a esa persona si sabe algo...”
—Está muerto, Paz —dijo Cristian—. La mano derecha de mi abuelo ha muerto, y lleva muerto más de diez años.
—Ah —dije, nerviosa por la pregunta inesperada—. ¿Qué tal si compramos una ouija y hablamos con él? —sugerí, intentando animarlo. Parecía haber funcionado, porque Cristian se rió de mi chiste—. Qué tonto eres a veces —se burló—. Nunca es tarde para volver a la escuela.
—¡Oye! —le grité—. ¿No te parece que llamarme tonta es demasiado?
—Sí, lo siento —se disculpó Cristian—. ¿Pero qué más esperas que diga cuando me dices que use una ouija?
—No eres nada divertido —resoplé mientras pensaba en otras maneras de conseguir el dinero—. ¿Qué tal si se lo contamos a tu abuelo?
—¡No! —se opuso Cristian sin pensárselo dos

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