Capítulo 7

Mis palabras hicieron que palideciera y se explicó: —Lo sé, nadie puede reemplazarte, nunca nadie podrá... No respondí, me di la vuelta y regresé a la casa. —No me gusta esa placa, quítala. Al día siguiente, él me llevó a la playa. Sujeté el manillar de la moto acuática y me deslicé sobre las olas; él iba detrás en otra moto, diciendo que le traía recuerdos de antes. Cuando empezó su empresa y la cadena de pagos se rompió, unos rivales lo acorralaron en el muelle y lo rescaté, conduciendo una moto acuática, mojándolos por completo. En ese momento, estuvo a punto de insultarme, pero al escuchar mi risa, se sonrojó y confesó que jamás había visto una chica tan salvaje. Decía que, de no haber sido por mi valentía, lo habrían golpeado y arrojado al mar. Sonreí y lo interrumpí. —Por más salvaje que sea el carácter, cinco años de desgaste es mucho. Quedarse atrapada en una mansión, termina por consumirlo todo, ¿no es cierto? —Claudio, si pudiera volver atrás, no sería tan ingenua como para e