Capítulo 13
El rostro de José estaba increíblemente pálido: —Isabel, no digas esas cosas solo para herirme.
—¿No me crees? Manuel es exitoso, atractivo, y lo más importante: es un hombre limpio. ¿Por qué te extraña que me guste?
Isabel sonrió y volvió a intentar sujetar la corbata de Manuel.
Por primera vez, el rostro de Manuel mostró una fisura; retrocedió unos pasos, entre molesto y nervioso.
Isabel se acercó despacio y, de un tirón, lo sujetó por el cinturón.
En ese momento, aunque sonreía, Isabel odiaba a Manuel. De no ser por él, quizás José nunca la habría encontrado. Su vida tranquila no se habría visto alterada.
Después de todos los problemas que Manuel le había causado, sentía que tenía que devolvérselos de algún modo.
Isabel alzó el rostro y lo besó en la nuez: —¿Qué perfume usas?
Manuel, que nunca en su vida había estado tan cerca de una mujer, jamás imaginó que Isabel lo besaría dos veces seguidas.
La apartó bruscamente: —¡Tú!
Se quedó sin palabras, el pecho le ardía, y al final salió

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