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Capítulo 218

¿Pero qué había dicho ella? Víctor, sin poder evitarlo, apretó el amuleto en su mano, con dolor en la mirada. ... —Víctor, pero no puedo hacer nada por ti. Solo lleva este amuleto. Dicen que ese santo es muy milagroso. No puedes perder un amuleto que se ha pedido. —Víctor, no te pido riqueza ni esplendor, solo deseo que estés a salvo. Aquella mujer tonta, sosteniendo el amuleto, sonreía de manera realmente ingenua y simple. ... El amuleto dolía un poco en la palma de la mano. Víctor lo abrió y luego lo apretó con fuerza. María, que había estado parloteando todo este tiempo, finalmente notó su expresión inusual. Vio el amuleto en su mano y no pudo evitar burlarse: —¿Qué es eso? ¿Por qué es tan vulgar? Intentó tomarlo para examinarlo. Pero Víctor rápidamente guardó el amuleto en el bolsillo interior de su chaqueta. María notó algo raro. Sus ojos se enfriaron: —¿Eso te lo dio ella? Víctor arrancó el coche, con expresión fría: —No, fui yo quien le pidió a un sacerdote que me diera

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