Capítulo 259
Los periodistas bajaron la cabeza, desanimados.
Debido al fuerte descontento por algunas declaraciones falsas, si el equipo legal del Grupo Gómez prestaba atención, las consecuencias podrían ser muy graves, mucho más allá de una simple disculpa y aclaración.
La abogada Inés me dijo: —Señorita Sara, no se preocupe, es solo un trámite. Coopere y dé su declaración.
Asentí y estaba a punto de seguir a los policías a la estación para dar mi versión de los hechos.
En ese momento, apareció María, que estaba en silla de ruedas.
Tenía la cabeza envuelta en un pañuelo, cubriéndose casi por completo y dejando al descubierto únicamente su rostro pálido.
Señalándome, gritó: —¡Fuiste tú, fuiste tú quien mató a mi hijo! ¡Eres una asesina!
De repente, la calma se transformó en caos.
Los periodistas, sin poder entrevistarme libremente, se volcaron hacia María.
Después de gritar unas cuantas veces, María se incorporó de la silla de ruedas y se inclinó profundamente ante mí.
Mientras se inclinaba, decía:

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