Capítulo 46
Cuanto más escuchaba Manuel, más frío se volvía su rostro.
Me lamentaba: —¿Cómo pude olvidar llevarme la reliquia de mi abuela? ¿Cómo lo olvidé? ¿Cómo pudo mi mente olvidarlo?
Decía esto mientras intentaba golpearme la cabeza.
Manuel agarró mi mano: —Es porque has perdido la memoria, Sare. Solo recuerdas hasta los dieciocho años, lo que sucedió después lo has olvidado.
Bajé la cabeza sollozando: —Pero no debería haberlo olvidado. ¿Cómo pude dejar algo tan importante en casa de Víctor? Lo lamento mucho.
Su voz era tan suave como siempre: —Sare, no te sientas mal. El brazalete roto puede repararse, y la foto también.
Mis ojos se iluminaron: —¿De verdad?
Manuel sonrió: —Claro, ¿cuándo te he mentido?
Rompiendo a reír, dije: —Gracias, gracias Manuel.
Manuel tomó una toalla caliente que le pasó un sirviente y me ayudó a limpiarme la cara.
La toalla caliente me refrescó bastante.
Le dije gracias en voz baja.
De repente, Manuel señaló mi frente: —¿Qué te pasó en la frente?
Mientras decía esto,

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