Capítulo 72
El hombre aprovechó la oportunidad para subir al coche y, con un salto, se alejó rápidamente del lugar problemático.
Anita y yo nos apretujábamos en el asiento del copiloto, sintiéndonos muy nerviosas.
El hombre condujo realizando varios giros hasta llegar a un lugar apartado, y entonces se detuvo.
Cuando se abrió la puerta del coche, Anita y yo temblábamos al borde de la carretera.
El hombre bajó y sacó un cigarrillo para fumárselo. Con esos ojos encantadores, me miró y sonrió: —Eh, Sare, ¿cómo piensas agradecerme hoy por esto?
¿Sare? Un escalofrío me recorrió.
Lo reconocí: —¿Alberto?
—Mmm —Alberto se apoyó casualmente en la puerta del coche y encendió su cigarrillo.
Con sus cejas arqueadas de forma atractiva, sonrió medio en broma, medio en serio: —Sare, que solo me reconozcas ahora, realmente me entristece un poco.
Me sentí avergonzada: —Había demasiada gente antes, no me di cuenta. Eso... gracias por sacarnos de apuros.
Anita intervino: —Y este guapo, ¿quién es?
Alberto sonrió: —Pe

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