Capítulo 80

Laura tenía el rostro pálido de furia, mirando fijamente los varios collares de edición limitada que sostenía en mis manos. Sabía que estaba internamente angustiada. Porque las tres piezas que había escogido eran especialmente difíciles de conseguir en el mercado, y si Laura quería comprarlas, tendría que hacerlo a mi precio, de lo contrario, si volvía mañana seguramente ya no estarían disponibles. Rápidamente, el tasador calculó un precio para mí: cincuenta mil dólares. Asentí satisfecha y firmé el contrato de venta al instante. Laura, a mi lado, pisoteaba el suelo de rabia. Finalmente, se vio obligada a comprar dos de los collares por dos mil y tres mil dólares, respectivamente. Cuando se fue con el hombre de la camisa de flores, Anita y yo nos retorcíamos de la risa hasta dolernos el estómago. Anita, tirándome de la manga, rió: —¡Jajaja, eres terrible! ¿Cómo sabías que esa mala mujer de Laura compraría tus cosas? Sonreí: —Porque la provoqué. Al principio, solo quería humillarme y de