Capítulo 100
Inés se retorcía inquieta en los brazos de José, clavando en él una mirada tensa que apenas disimulaba su indiferencia:
—¿Qué piensas?
—Después de tanto tiempo, ¿cómo es que no tienes ni un ápice de autoconciencia?
Mientras hablaba, Inés lanzó una mirada provocadora a José, esbozando una sonrisa irónica.
José, sin darse cuenta, apretó un poco más, aferrándose con más fuerza a las muñecas de Inés, y pronto...
En las pálidas muñecas de Inés surgieron varias marcas rojas visibles.
José frunció el ceño, respiró hondo y reprimió la irritación inexplicable que brotaba desde el fondo de su corazón:
—Habla con respeto, Inés.
Viendo que no podía liberarse, Inés arqueó las cejas y le devolvió una sonrisa encantadora.
Al instante.
Ella miró desafiante a José y respondió con sarcasmo: —José, ¿qué más quieres escuchar? Si el dinero es suficiente, incluso podría fingir que te amo, no sería imposible.
Inés hizo una pausa, cambiando el tono:
—Antes, parecía que realmente te agradaba.
—Mira, consideran

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