Capítulo 85
Al oír eso, Candela aceleró al máximo, logrando llegar a la entrada del hospital en diez minutos.
Aparcó el coche con lentitud, sin preocuparse por el líquido que habían rociado al vehículo, bajó apresuradamente, abrió con cuidado la puerta del lado de Arturo y lo ayudó a avanzar hacia la sala de emergencias.
Viendo esto, Inés se apresuró a seguirlos.
La herida en la espalda de Arturo era realmente grave. El médico lo estuvo atendiendo durante una hora completa antes de salir de la sala de emergencias.
Exhausto, se quitó la mascarilla y dirigió su mirada hacia Inés y Candela, preguntando formalmente:
—¿Quién de ustedes es familiar?
Al oír esto, Inés se levantó de inmediato, se acercó al médico y dijo, nerviosa:
—Doctor, yo soy. ¿Cómo está él ahora?
El médico suspiró. —Hemos logrado limpiar el ácido sulfúrico de su espalda.
—Pero su espalda... debido al prolongado contacto con el ácido, no solo presenta quemaduras extensas, sino también corrosión en parte de la piel sa

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