Capítulo 43
Después de desahogar su furia, Antonio también se fue calmando poco a poco bajo las palabras de su esposa.
Miró a su hija con reproche, odiando que no estuviera a la altura de sus expectativas: —¿Por qué eres tan desobediente? Si no fuera porque solo tengo una hija...
—¡Si la familia López tuviera aunque fuera una segunda hija, una familia noble como los Vargas no te habría tocado a ti, tan inútil como eres! —Antonio lanzó una mirada fría a Andrea, con un tono lleno de desprecio.
Andrea: —...
En ese momento, sintió que una punzada amarga subía por su nariz, como si sus ojos hubieran sido golpeados por una luz demasiado intensa.
Alzó la vista hacia la lámpara de cristal brillante colgada en el techo del salón. En sus labios se dibujó una sonrisa amarga.
Tal vez era solo que esa luz la estaba deslumbrando demasiado.
—¡Ya basta! —Lucía, con el rostro lleno de ansiedad, miró a su hija que apenas podía mantenerse en pie, y luego le lanzó una mirada molesta a Antonio.
Antonio escaneó a Andre

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