Capítulo 57
Andrea vio que la expresión del hombre primero se quedó rígida y luego se desmoronó.
El aire se volvió denso. Salvador la miró fijamente, sin decir una sola palabra.
Apretó la palma de su mano, su respiración se aceleró solo por un instante y luego volvió a la normalidad.
Pasó mucho tiempo antes de que girara la cabeza. Su expresión seguía siendo indiferente, sin el menor rastro de vergüenza ni delator desconcierto. De su garganta brotó una voz grave, y lo que dijo fue cruel y despiadado.
—Sí, te fui infiel. ¿Y qué con eso?
¿Y qué con eso?
¿Realmente había dicho "¿y qué con eso?"... con esa actitud?
Las lágrimas de Andrea rodaron de repente por sus mejillas, sin poder detenerse.
Con lágrimas en los ojos, la comisura de su boca se curvó hacia arriba. Su sonrisa era sarcástica: —Salvador, recuerda bien lo que acabas de decir. ¡Gente como tú se queda grabada en mi memoria para siempre!
Mientras decía esto, la sonrisa en sus labios se hacía más grande, y en sus ojos comenzaba a aparecer el

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