Capítulo 17
Cuando se abrió la puerta de la sala de reuniones, Julián estaba de pie frente a la ventana de cristal, fumando con ansiedad.
Varias veces había intentado marcharse, pero siempre lo retenían los hombres corpulentos que custodiaban la entrada.
Sabía perfectamente que aquellos hombres pertenecían a Rubén.
Al ver quién entraba, Julián apagó el cigarrillo que aún ardía entre sus dedos y, con una mirada ardiente, dijo con profunda emoción: —Sofi, he venido a llevarte de vuelta a casa.
Julián ignoró por completo la presencia de Rubén, que permanecía a su lado.
Sofía lo miró inexpresiva y respondió con frialdad: —Julián, antes no me había dado cuenta de lo despreciable que podías llegar a ser.
Las palabras lo dejaron sin aliento; un torbellino de arrepentimiento se agitó dentro de su pecho.
—Sofi, sé que todavía me odias, que me odias por haberte malinterpretado, por haberte empujado al abismo... Pero escúchame, todo fue manipulado por María. Ella me engañó, me cegó, y por eso...
—¡Sofi! De v

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