Capítulo 14
De pronto, el hombre sentado frente a Ángela en la mesa tomó su cuchillo y le acercó el plato con el filete ya cortado, sustituyéndolo por el suyo.
—Cuando se come, hay que concentrarse. De lo contrario, se le falta el respeto a la comida.
Ángela no pudo evitar sonreír. —Es la primera vez que escucho eso, ¿respetar la comida?
—Todo tiene su propia alma —respondió José.
Por alguna razón, cuando esas palabras salieron de su boca, parecieron tener un peso especial, una convicción imposible de refutar.
Ángela parpadeó y luego asintió. —Está bien, haré lo que digas.
Pero al segundo, al ver el filete completamente cocido frente a ella, levantó la mirada, molesta, cruzando su mirada con la de José.
—¿Me engañaste? —preguntó con un dejo de irritación.
Cuando habían ordenado, Ángela había pedido su filete a término medio, mientras que José había solicitado uno bien cocido.
Ella incluso se había preguntado cómo podía gustarle la carne tan hecha.
Ahora entendía que él lo había pedido para ella.
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