Capítulo 100
Como madre, no había nada más reconfortante que ver a sus hijos vivir bien.
Catalina, aunque despreciaba profundamente la "hipocresía" de Alejandro, no podía negar que tenía cierta habilidad para conquistar a las personas.
Ni siquiera ella había logrado ver a Josefina tan alegre.
De regreso en la habitación, al cerrar la puerta, el rostro de Catalina volvió a endurecerse.
—Esta noche duerme en otro lado. Mañana temprano le diré a mi madre que tuviste que irte antes por trabajo —dijo sin rodeos.
Alejandro, que se estaba quitando el saco, alzó ligeramente las cejas al escucharla.
—¿Hmm?
Catalina respondió con frialdad: —Agradezco tu cooperación, pero lo he pensado bien... y creo que ya no es apropiado que sigamos compartiendo habitación.
—¿Y por qué no lo sería?
—Estamos por divorciarnos...
No había terminado de hablar cuando el hombre la interrumpió con calma cortante.
—¿Necesito recordarte que, por ahora, seguimos siendo esposos legalmente?
—No por mucho tiempo más —replicó ella en ton

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