Capítulo 33
Las miradas a su alrededor cayeron sobre Catalina como agujas punzantes, haciéndola doler.
Ella ya no albergaba ninguna expectativa respecto a Alejandro. Había pensado que, sin importar lo que él le hiciera, ya no le afectaría en lo más mínimo.
Pero en ese instante, al ver las expresiones burlonas y las miradas morbosas de los presentes, sintió como si su corazón hubiera sido sumergido en agua helada, un frío que le calaba hasta lo más profundo del alma.
Sostuvo la mirada del hombre, y, palabra por palabra, dijo: —No voy a disculparme. Y además... voy a hacer que él me pida disculpas por lo que acaba de hacer.
Si esto hubiera sucedido antes, cuando Alejandro le exigía una disculpa, ella lo habría obedecido sin dudar.
Pero ahora, ya no pensaba seguir soportando otra humillación.
Un murmullo recorrió a los presentes. Algunos pensaban que Catalina se había vuelto loca; otros, que había perdido completamente la razón.
Valentina, con fingida preocupación, intervino. —Señorita Catalina, desp

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