Capítulo 37
Catalina giró la cabeza y, para su sorpresa, vio a Alejandro entre la multitud.
Estaba allí de pie en silencio, alto y erguido, destacando entre el grupo de jóvenes mimados y herederos adinerados, como si no perteneciera a ese entorno.
A pesar de tener una edad similar, carecía de ese aire mundano; en su lugar, irradiaba elegancia y distinción.
Alejandro no mostraba emoción alguna; su rostro permanecía impasible. Era irrealizable descifrar sus pensamientos en esos ojos oscuros y profundos, llenos de misterio.
Como si hubiera percibido su mirada, los ojos de Alejandro se movieron levemente, y sus pupilas oscuras se cruzaron con las de ella.
Catalina sabía que, al igual que el resto de los presentes, él estaba allí para burlarse de su caída.
Pero él se mostraba demasiado tranquilo, tan sereno que no parecía estar disfrutando del espectáculo, sino evaluando cuidadosamente la situación.
Catalina hizo una leve mueca y desvió la mirada.
A su lado, Valentina notó que Alejandro no dejaba de mi

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