Capítulo 39
Fernando explicó: —Fue la señorita Valentina quien perdió el equilibrio y se torció un poco el tobillo, por eso cayó en mis brazos...
Florencia lo interrumpió con desdén: —¡Vamos, no me vengas con eso! Justo cuando ella te entregó los documentos, ¡le tocaste la mano a propósito! Alejandro, si trabajas con este tipo de pervertidos, ¿quién sabe cuántas veces se aprovechará de Valentina con la excusa del trabajo?
Alejandro miró a Valentina. —Valentina, ¿es cierto lo que dice Florencia?
Aquellos ojos estaban al borde de las lágrimas, a punto de romper en llanto, pero al escuchar a Alejandro, apenas logró esbozar una débil sonrisa.
—Alejandro... lo mío no importa, no quiero que esto afecte la colaboración. Yo... estoy bien...
No lo confirmó, pero tampoco lo negó. Cada palabra que dijo parecía más una forma de ceder, como si estuviera soportando todo por el bien de Alejandro.
Florencia, al ver a Catalina parada no muy lejos, soltó una frase en tono sarcástico: —Valentina, por el bien del pro

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