Capítulo 45
—Señor Alejandro. —La voz de Pedro sonó suave y grave—. ¿Cada vez que pasa algo, su primera reacción es confiar en los demás y desconfiar de Catalina?
—Pedro. —Catalina negó con la cabeza hacia él—. Déjalo.
Pedro, de carácter apacible y modales impecables, no pudo evitar mostrar cierto desdén frente a Alejandro.
Parecía querer decir algo más, pero al final, todo se resumió en una sola frase:
—Catalina, tienes muy mal ojo para escoger a las personas.
Catalina respondió con naturalidad: —Sí, nunca imaginé que pudiera estar tan ciega en ese entonces. Por suerte, ya me mandé revisar de la vista.
Después de ser humillado una y otra vez, el rostro de Alejandro estaba completamente hecho trizas de la vergüenza y la rabia.
Al escuchar cómo ambos hablaban sin reparos sobre lo despreciable que era, su expresión se tornó tan oscura como el fondo de un abismo.
—Catalina. —Alejandro le tomó el brazo con fuerza, su voz era baja y helada. —Ven conmigo un momento.
Sin esperar respuesta, le sujetó la m

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