Capítulo 57
Catalina no se soltó; simplemente lo miró con frialdad.
—¿Qué pasa? Pregúntale a tu querida secretaria.
Los ojos de Alejandro brillaron levemente. —¿Elena?
Catalina desvió la mirada con indiferencia, sin decir nada.
La expresión de Alejandro se ensombreció poco a poco.
Abrió la puerta frente a él.
—Catalina, ya te lo advertí. Si sigues insistiendo...
Pero Elena se quedó paralizada al verlo, su voz se cortó de golpe.
—¡Señor Alejandro! —El hielo en su expresión desapareció al instante, reemplazado por una sonrisa suave, completamente opuesta a la actitud que mostraba antes. —¿Usted vino?
Alejandro la miró con frialdad. —¿La herida en su mano fue obra tuya?
Elena se quedó inmóvil por un momento, como si no comprendiera.
El atractivo rostro de Alejandro parecía ahora cubierto por nubes densas. Repitió con voz gélida: —¿Fuiste tú?
Fue entonces cuando Elena reaccionó. Miró a Catalina, que permanecía al margen con una expresión serena, y pareció entender lo que estaba pasando.
—Señor Alejand

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