Capítulo 115 El desfile está por comenzar
Al sentir los dedos suaves de la joven, todo el cuerpo de Julián se tensó de inmediato. Le sujetó la mano a Susana para apartarla, pero ella se mostró inconforme. —Conejito, ¿qué te pasa? Antes siempre te dejabas abrazar sin quejarte, ¿y ahora te atreves a resistirte? ¡No te lo permito!
Julián se quedó sin palabras.
No se atrevió a moverse más, pero el calor que emanaba de la palma de Susana se extendía por todo su cuerpo; sentía cómo empezaba a sudar.
Por suerte, Susana pronto se tranquilizó y cayó profundamente dormida.
Julián quiso apartarla, pero al bajar la mirada y contemplar su rostro sereno, le resultó imposible hacerlo.
Levantó una mano y, con delicadeza, acarició el cabello de Susana.
Esa noche fue sorprendentemente apacible.
Al día siguiente, despertó con un ligero dolor de cabeza.
La noche anterior el ambiente había sido tan agradable que terminó bebiendo de más. Sin embargo, ¿cómo había llegado a casa?
Probablemente Julián la había acompañado de regreso.
Susana se levantó,

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