Capítulo 24 La discusión
Los rasgos marcados y elegantes de Julián parecían iluminarse con una leve sonrisa. —No tienes por qué agradecerme, te hicieron pasar un mal rato por mi causa.
—No tiene nada que ver contigo, simplemente no le agrado.
Julián tomó el obsequio y preguntó: —¿Quieres quedarte a cenar conmigo?
—¿Ah?
—Sé cocinar —dijo Julián, con sus profundos y hermosos ojos clavados en Susana. —A esta hora seguramente aún no has comido, ¿cierto?
En efecto, Susana no había cenado. Sin embargo, no podía dejar de preguntarse cómo un hombre de su posición, acostumbrado al lujo y a la comodidad, podía encargarse personalmente de la cocina. ¿De verdad sabía cocinar?
Con cierta curiosidad, asintió.
Ambos entraron en el departamento. Julián se quitó la chaqueta del traje; la camisa blanca marcaba sus anchos hombros y su cintura estrecha, dejando entrever la firmeza de su pecho. Susana no pudo evitar mirarlo más de una vez.
—¿Qué te apetece comer? —preguntó él.
—Cualquier cosa, no soy exigente.
—Bien, siéntate un m

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