Capítulo 30 Un brillo eterno
—¿Un instante de gloria ya te confunde? —Susana la miró con frialdad. —¡En Corporación Río Claro lo que buscamos es un brillo eterno!
—Qué risa, si tan capaz eres, empieza por superarnos —respondió Paula con absoluto desprecio.
Dolores la tomó del brazo. —Paula, no gastes más palabras con ellas.
—Tienes razón, estas perdedoras no merecen nuestra atención. —Asintió Paula, y se marcharon.
Mónica y los demás estaban indignados, pero Susana los tranquilizó. —Ya está, no les demos importancia. Regresemos a nuestras habitaciones a descansar y luego salimos a hacer la barbacoa.
—Es verdad, vinimos a disfrutar, no a dejar que gente así nos arruine el ánimo. —Coincidió Mónica.
Cada quien volvió a su cuarto.
Susana también regresó para cambiarse y ponerse ropa cómoda.
Se detuvo en el balcón a contemplar el paisaje: las montañas se entrelazaban en la distancia, mientras cerca de allí el viento agitaba suavemente la hierba junto a la orilla serena del lago. El aliento de la naturaleza llenaba su e

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