Capítulo 46

"¿Amiyah?", insistió el misterioso hombre. Hasta ese día no me había dado cuenta de lo complicado que era abrir los ojos. No tenía idea de que el simple acto de abrir los ojos pudiera ser tan extenuante y complejo: para hacerlo se necesita la fuerza del músculo orbicular de los párpados. Sin embargo, en ese momento no podía mover ninguno de mis músculos. Lo intenté tres veces y apenas conseguí abrirlos.  El rostro de Kieran estaba tan cerca del mío que podía ver los diminutos vellos de su rostro. Su rostro lucía deforme. Era como si estuviera viéndolo a través de uno de esos espejos de feria que distorsionan la imagen. El hombre junto a mí lucía demacrado y esquelético. Sus pómulos sobresalían tanto que parecía que en cualquier momento atravesarían la piel de sus mejillas. Además, su barba de tres días había dado paso a una muy abundante que le cubría por completo la barbilla. "Yo...", comencé, pero se me fue la voz. "¿Qué necesitas?", preguntó él, tomando mi mano. Pasé mi lengua por