Capítulo 12
En la sala VIP del hospital, el característico olor a desinfectante quedaba suavizado por la fragancia de los lirios dispuestos a un lado.
Xavier estaba sentado junto a la cama, sosteniendo entre las manos una taza de caldo de pollo humeante. La cuchara producía un sonido muy suave al chocar con el borde del vaso.
—Natalia, toma un sorbo más.—acercó la cuchara a los labios de Natalia.—He estado preparando este caldo durante cuatro horas y le he quitado toda la grasa.
El rostro pálido de Natalia se sonrojó y, con la ayuda de Xavier, bebió a pequeños sorbos; sus pestañas, bajo la luz, proyectaban una sombra delicada.—Xavier, si te quedas aquí conmigo, ¿no se molestará la señorita Amelia...?
—A ella no le importará.—la interrumpió Xavier, con una convicción tan determinante que parecía querer convencerse a sí mismo.—Amie siempre ha sido muy comprensiva.
Pero al dejar la taza a un lado, la cuchara chocó con la mesa de cristal, emitiendo un inesperado "ting". Aquel sonido fue como una espin

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