Capítulo 124
Su mirada, retirada de forma abrupta, no encontraba dónde posarse, y captó, al instante con aguda percepción, un destello rojo en el hueco del asiento del conductor.
Su mano pequeña se deslizó con facilidad por la hendidura para sacar el objeto.
Era un lápiz labial de una marca reconocida, ese tono...
El mismo que Brisa había usado la primera vez que la vio.
Un sentimiento de asfixia la embargó y Lucía no pudo evitar tomar una profunda respiración.
Al notar su fuerte incomodidad, Wálter la miró de reojo.
—¿Qué es lo que pasa? —con seriedad, sin entender por qué se veía tan afligida por un simple lápiz de labios.
Lucía, con los dedos pálidos apretando con fuerza el lápiz labial, reprimió sus emociones y, mirando hacia adelante, colocó el lápiz en el compartimento.
—Debe ser de la vicepresidenta Brisa que lo olvidó por descuido, recuérdame dárselo otro día.
Se mostraba serena, como si no tuviera emoción alguna.
Pero no pudo evitar señalar que precisamente el lápiz labial era de Brisa.
—¿

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