Capítulo 256
Una sensación de cercanía invadió a Lucia, calentando casi su corazón.
Facundo había regresado al auto y, de vez en cuando, las observaba por el espejo retrovisor con una sonrisa tenue en los labios.
Yolanda ya había elegido un lugar para comer, insistiendo en que el vino debía acompañarse con cocido.
A las cuatro de la tarde, el restaurante de cocido estaba vacío.
Eligieron una mesa en la terraza del último piso, donde el sol poniente y el cielo teñido de rojo los bañaban en luz, y con una olla humeante al lado, no sentían frío.
Se sentaron alrededor de la olla, el vapor caliente se mezclaba entre ellos.
Lucia sostenía un cóctel de color marrón claro, de bajo contenido alcohólico y agradable sabor.
Era la misma marca que Facundo había llevado a su casa la última vez, y a ella realmente le gustaba.
—Hay otros sabores aquí, pueden probarlos todos —sugirió Facundo, señalando la colorida selección de cócteles en la estantería—. Reservé habitaciones para ustedes en el hotel de al lado, así

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