Capítulo 22
—Lo siento, Silvia, de verdad te amo.
—Todo lo relacionado con Paula puedo explicarlo, fue un malentendido, ella me engañó. Ya le di una lección a Paula, por favor, les suplico que no sean tan crueles, ¿de acuerdo?
—Denme una oportunidad más, ¡les juro que jamás volveré a lastimar a Silvia! Si no, renuncio voluntariamente a todos mis bienes. No, ¡ahora mismo puedo transferirle todo mi patrimonio a nombre de ella!
Julio, humillado, suplicaba en voz baja, y hasta recogió un pedazo de porcelana rota, presionándolo contra su propio cuello.
Aun así, agarró a la fuerza una de las manos de Silvia, obligándola a tomar el control de su vida.
Con una sonrisa desquiciada y amargura en el corazón, dijo: —Silvia, si me odias, mátame, está bien, pero no me rechaces, de verdad no puedo soportar un futuro sin ti.
—Puedo perderlo todo, pero lo único que no puedo perder eres tú. Castígame como quieras, lo acepto. Puedes encerrarme en una cámara frigorífica, meterme en la cárcel, golpearme, insultarme, l

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