Capítulo 26
Un leve y cálido aroma a comida recién hecha estaba en el aire, disipando su cansancio y frío.
Teodoro estaba parado en la puerta.
En su cara, milagrosamente, se asomaba un aire de hombre hogareño.
—¿Has vuelto... quieres cenar conmigo...?
Pero antes de terminar, su mirada se posó en las vendas que cubría su mano. Arrugó la cara al ver eso.
—¿Qué pasó?
Su voz era grave y tenía un tono de autoridad.
—Me lastimé un poco, solo me di un golpe.
Nancy lo mencionó con indiferencia.
Pero él no se dejó engañar tan fácilmente.
Se acercó a ella.
Al llegar frente a ella, su figura la cubrió con un aura que inspiraba tranquilidad.
Le levantó la mano, y con sus dedos tocó el borde áspero de la venda, con una delicadeza extrema, como si fuera un tesoro.
—¿Fuiste a ver a José? ¿Él te hizo esto?
Nancy guardó silencio, Teodoro entrecerró un poco los ojos y continuó hablando.
—Tú... no querrás que investigue, ¿verdad? Después de todo, esta lesión afectaría la cooperación.
Al ver que él no iba a rendirse,

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