Capítulo 64
Adriana se vio obligada a enfrentar la mirada de Salvador, y en sus ojos percibió un destello de diversión.
No sabía por qué, pero una sensación de vergüenza la invadió, como si hubiera sido descubierta. La irritación subió desde lo más profundo de su ser y frunció el ceño: —¿No me pediste que te aplicara el medicamento? ¿Qué está haciendo, presidente Salvador?
—¿Por qué no te atreves a mirarme?
—¿Acaso no te estoy mirando ahora?
Una leve risa brotó de la garganta del hombre: —Sabes a lo que me refiero.
Ella apartó la mano: —No sé de qué hablas.
Salvador no desvió la mirada de ella: —Te pedí que me aplicaras el medicamento y viniste directamente hacia mí. ¿No sabes que primero deberías buscar el medicamento? ¿O acaso piensas que puedes curar la hinchazón con un beso? ¿Tienes esa habilidad?
Un tenue rubor subió al rostro de Adriana: —¿Podrías comunicarte de manera más clara?
Después de soltar esta frase con un dejo de reproche, se giró para ir a buscar el medicamento.
El hombre la obser

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