Capítulo 82
María sonrió, con una mirada que destilaba un desafío silencioso.
Adriana avanzó con calma, girando ligeramente la cabeza para mirarla de reojo: —Lo siento, no me gusta. Sólo pensé que este collar desentona en una tienda de ropa, parece que lo han forzado a encajar aquí.
No estaba segura si fue por ver a María, pero la mano de Salvador, que había estado en su cintura, se aflojó.
Ella continuó mirando la ropa, sin cambiar su expresión.
La voz de María saludando a Salvador llegó a sus oídos: —Salvador, ¿tienes tiempo mañana? Quiero invitarte a cenar, como agradecimiento por haberme presentado a Sergio. Sin tu ayuda, no habría conseguido esos 1.4 millones de dólares adicionales en compensación.
Adriana no comprendió del todo el sentido de esas palabras, pero adivinó que María las había dicho intencionadamente para que ella las escuchara.
El hombre rechazó la invitación: —La última vez ya me invitaste a un café.
—Eso no es suficiente.
—Para mí, lo es.
Parecía que María no estaba dispuesta

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