Capítulo 97
Salvador observó cada pequeño cambio en la expresión de su rostro y, sin mostrar ninguna emoción, declaró: —Él preguntó cuándo irías al despacho, y le dije que cuando estuvieras trabajando.
—¿Por qué respondiste? ¿Estás loco?
—Adriana.
El hombre la llamó por su nombre, no por “señora Silva”: —Como tu esposo, respondí una llamada sin querer y contesté una pregunta, ¿es para tanto?
—¿Sin querer?— La mujer sintió una mezcla de enfado y diversión: —No tienes vergüenza al mentir, ¿verdad?
El movimiento de su pecho revelaba que aún no podía calmar su enojo: —¿Dices que estoy exaltada? ¿Te gustaría recordar lo que dijiste cuando nos casamos hace dos años? Dijiste que sería un matrimonio secreto, y hasta el día de hoy, seguimos manteniendo ese estatus. Para alguien que a ojos de los demás es soltera, que un hombre conteste su teléfono temprano en la mañana, ¿qué crees que pensará la gente?
—Solo dile que es tu novio, ¿es tan difícil?
¿Novio...?
Cada una de sus respuestas tocaba sus puntos sens

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