Capítulo 50

No se podía oír lo que los dos decían, pero desde la puerta se notaba que Salvador estaba de mal humor. Las mejillas de Daniela palidecieron y en sus ojos brilló una fiereza salvaje, aunque pronto recuperó la calma. Gonzalo, que estaba a su lado, la miró con cierta compasión. Al verla tambalearse, habló apresuradamente: —Salvador, parece que Daniela va a desmayarse. Salvador giró la cabeza para mirar a Daniela. Ella se apoyó contra la pared más cercana. —Estoy bien, Ocupémonos primero de lo que tenemos delante. Hace un momento no logramos detenerlo a tiempo; parece que alguien llamó a la policía. Si esta noche alarmamos al señor Rodrigo, las cosas se pondrán difíciles. En toda la familia Herrera, las personas que Salvador más respetaba eran Rodrigo y Norma. Cuando Salvador desapareció años atrás, Norma vivió tranquila todos esos años, mientras que la salud de Rodrigo se deterioraba día tras día, hasta depender de medicinas costosas para mantenerse con vida. Aun así, la autoridad de Rod