Capítulo 82
—¿Lorena, esa persona te molestó? ¿Quieres que intervenga?
Lorena negó con la cabeza, apretando su bolso con las manos: —No hace falta, Óscar, gracias.
Óscar levantó la mano y le revolvió el cabello con suavidad: —Vuelve a casa. Si necesitas algo, llámame cuando quieras.
Él siempre había sido muy amable con ella, y antes Lorena le estaba muy agradecida.
Pero en los últimos encuentros, había empezado a sentirse rara. Era una sensación extraña, difícil de describir.
Cuando salió por la puerta del hotel, vio a Salvador apoyado en una columna, fumando un cigarrillo. Sostenía el cigarrillo entre los dedos, y su mirada recorrió todo su cuerpo de arriba abajo.
—¿Ya terminaron de hablar?
Estaba de mal humor, y con fastidio sacudió la ceniza del cigarrillo.
Lorena bajó la cabeza, dispuesta a seguir caminando, pero él la siguió como un fantasma: —¿No crees que es inapropiado venir a un lugar como este en plena noche para ver a un hombre?
Lorena se detuvo en seco, sabiendo que lo hacía solo para

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