Capítulo 47
Sus largos dedos intentaban abrochar el cinturón, lo cual parecía complicado debido a su brazo enyesado, dificultándole anudarlo correctamente.
Si no hubiera llevado puestos los pantalones, seguramente me habría visto.
En un instante, sentí cómo mi rostro ardía como un camarón cocido.
—Tú...
Quise reprocharle algo, pero también me sentí muy avergonzada, así que inmediatamente giré y salí corriendo.
De verdad, ¿por qué tiene que ser tan irritante?
Parada en la puerta, mi corazón no dejaba de latir y mi rostro se ponía cada vez más rojo; incluso sentía que ardía.
Respirar se hacía difícil, como si me asfixiara.
Nerviosa, cerré los ojos, pero en mi mente no dejaba de ver sus largos dedos sujetando el cinturón.
Mirando la cama con las sábanas aún desordenadas, comencé a doblar una y otra vez esa misma sábana.
No fue hasta que él salió de la habitación que dejé la sábana a un lado.
Inmediatamente giré la cabeza, sin atreverme a enfrentar su mirada.
Y él emanaba una frivolidad, mostrando un

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