Capítulo 75
—Tú...
Gabriela, al oír eso, se sonrojó y su corazón se sintió como si lo cortaran con un cuchillo. ¡Estaba furiosa!
Federico apretó su mano y levantó la vista hacia Rafael: —Estoy esperando. Esperando tu buena noticia.
A pesar de la tensión, mantenía su compostura fría y distante.
Rafael se burlaba: —¿Todavía te haces el valiente? ¡Veamos qué puedes hacer!
¡Hoy deberíamos celebrar de verdad!
Gabriela, mordiéndose el labio, empujaba la silla de ruedas de Federico hacia la salida.
Rafael, intencionadamente, extendió un pie, bloqueando la silla de ruedas.
Esta se volcó de inmediato, y Federico cayó al suelo.
Sintió una extrema incomodidad en su cuerpo, como si fuera a vomitar sangre.
—¡Señor Federico!
Gabriela lo ayudó rápidamente a levantarse.
Desde su posición elevada, Rafael se reía maliciosamente: —¿Qué puedes hacer tú, un cojo? ¡Ni siquiera puedes mantenerte de pie y aún esperas que Sergio cure tus piernas!
—Déjame decirte,— Rafael se agachaba, hablando de manera siniestra, —Sergio

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