Capítulo 81
La cama antigua de palmera, que crujía con cada movimiento.
Gabriela estaba algo nerviosa: —Yo... iré a dormir con la abuela.
Ella debería haber decidido eso desde el principio, principalmente por miedo a molestar a Adriana mientras dormía.
Bajo las cobijas.
Un par de manos cálidas y fuertes apretaron las suyas.
—¿Vas a dormir con tu abuela todas las noches? Ella sospechará.—Ellos son esposos; no deberían dormir separados cada noche.
—Entonces... dormiré aquí.— Gabriela solo podía aguantar.
Ambos yacían en la misma cama de manera incómoda, respirando suavemente, intentando desesperadamente hipnotizarse para dormir. Pero se volvían más conscientes con cada momento, y la noche traía consigo un tenue aire de intimidad.
—Miau...
—Miau, miau.
Desde el alféizar de la ventana, los sonidos de un gato callejero eran constantes, prolongados y melodiosos.
En primavera, los gatos están en celo.
Llamó por un rato, y luego llegó otro gatito. Dos gatitos jugaban bajo la ventana.
La noche se volvía má

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